Soy venezolano, me llamo Oriel. Nací en un hogar de madre dominante y padres ausentes. De adolescente me refugié en las drogas y en los excesos hasta bien entrados los 40 años, siendo irresponsable conmigo y con las demás personas, sin identidad propia y anteponiendo opiniones y necesidades ajenas a las mías, por supuesto negando todo lo que provenía de mi interior.

 

Ingresé al programa de recuperación gracias a Dios y a mi amiga Maritza quien me refirió al programa.

 

El 24 de noviembre de 2009 llegue a Miami voluntariamente, lleno de resentimientos, sueños rotos y falsas expectativas. A partir de entonces mi vida tuvo un salto cuántico gracias a las herramientas aprendidas en los grupos y al amor incondicional ofrecido por mis compañeros que me llenaron de autoestima, reconocimiento de mis capacidades y fortalezas de espíritu.

 

Aprendí a vivir un día a la vez y a resolver los problemas de la vida de uno en uno solo haciendo la parte que me corresponde y el resto lo pongo en manos de Dios. Hoy día puedo decir que vivo mi vida en paz y agradeciendo por todo aquello que me pasa sea bueno o malo. Mis defectos de carácter están allí y siempre estarán, la diferencia es que aprendí a convivir con ellos.

 

Mis consecuencias las asumo con toda responsabilidad sobre todo con mis hijos. Ellos son los únicos que notaron la diferencia. Para el resto de mi entorno estoy más loco ahora que antes.

Hoy ya tengo casi 5 años limpio, he realizado la mayoría de mis sueños, recuperé a mi familia y todavía tengo problemas con el 4to mandamiento. Sin embargo queda mucho por hacer para seguir creciendo espiritualmente.

 

Puedo decir con alegría que ya no tengo miedo. ¡Qué bonita es la recuperación!

Oriel, Venezuela

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